domingo, 11 de diciembre de 2016

La era del bufón

Es la era del bufón. No nos reímos tan solo de la muerte fisica, nos reímos de todas las muertes. Con la última victoria honesta e inocente del capitalismo por sobre todas sus viejas adversarias, parece de retrasados seguir enamorados de cualquier ideología. Las ideologías están muertas. Puedo aceptar el golpe, que ni siquiera es tal porque jamás llegué a casarme con ninguna. Lo más amargo viene cuando se cae en el extremo de chupar la verga imperante de lo establecido. Todo aquel que pretenda cambiar el glorioso sistema, debe ser ridiculizado y minimazado, con una etiqueta que lo destierre de la seriedad en la que quizá pudo haber plantado ideas o acciones posiblemente de provecho para el bien común. En el mejor de los casos se devolverá al redil diciendo mientras rie: sí cierto, qué tonto fui, yo no sé nada de política, quién soy yo para cambiar las cosas cuando no puedo cambiar yo, me reduciré a mi trinchera, a mi trabajo (claro ¿acaso hay otro territorio para desarrollarnos?). 

No digo que hay que volar todo en pedazos y empezar de cero (en realidad si se me antoja pero como pura fantasía guajira), digo que no desistan de pensar en cómo transformar el sistema perfecto que tenemos; el agua que no fluye se echa a perder. Y si se les ocurre algo pero no pueden llevarlo a cabo, no duden en compartirlo con quien le sea posible. A mí me hace un ruido infernal la frase: vida solo hay una. Es una puta frustración la que me ahoga. Pero soy anticuado, en la era del bufón la vida no vale nada y todos mueren como ganado ¿qué más da? ¿hace diferencia la plenitud cuando al final ni el recuerdo te llevas?

Iba hablar de todo el sistema de valores, del amor y la familia, de la religión, del feminismo, del veganismo, de todos los ismos a los que un gran sector de la población aún se aferra. Me gustaría decirles que no se casen con sus ideologías. Me gustaría decirles que sean críticos sin terminar siendo bufones. Una delgada línea separa a los bufones de la carnada para bufón, y unas veces te encuentras de un lado y sin saberlo ya estás del otro. Es la razón exagerada en contra de la pasión exagerada. La pasión siempre perderá. Sean fieles a sus principios, pero sin fanatismo ideológico.

Claro que el tema da para mucho más. Puedes asomarte desde esta perspectiva a las redes sociales y constatar que la caza del mejor chiste o del mayor ridículo es nuestra más eficiente vía de desasosiego.