lunes, 27 de octubre de 2014

Presa 436


Ahora les hablaré de mi bien más preciado. Lo conseguí en una subasta por internet. Pagué una gran suma y apenas tengo para sostenerme con lo que mi editorial benefactora dona a mi cuenta. Piden con urgencia que termine finalmente este proyecto. Este será sin duda mi último informe.
La caja me llegó apenas unas horas y no pude simplemente abrirla y ver su interior; me contuve porque muy poca gente en la vida se le es concedido el gran privilegio de mirar una autentica presa, mucho menos de poseerla y poder sentir todas sus partes; tocar y contemplar las mínimas imperfecciones, y oler su rancio sueño, de años y siglos de estar tras vitrinas y baúles, en cajones con gel de sílice y cubiertas de nieve carbónica, urnas abandonadas, lejos de la luz, en asfixiantes cuartuchos de acumuladores.
Así que me puse a desayunar los últimos gramos de avena, con los ojos sobre la caja de madera, imaginando que la destapaba y todo lo demás. Tan maquinal tragaba que un grumo se me desvió y obstruyó el flujo normal de mi respiración; con una tos bien fuerte pude escupir tal amasijo y proseguir fantaseando al tiempo que terminaba ya el plato.
Saqué el pellejo primero. Su pelo largo, suave, bien cuidado, era de un gris verdoso con puntas negras. Su forma alargada me recordaba a los armiños que las mujeres lujosas de principios del XX se montaban al cuello, por lo que deduje habría sido un gran mustélido en vida. Estaba agujerado en donde comprendía la cabeza y parte superior del tórax. Por ello en mi oficio conocemos estas reliquias como presas. Son el resultado de las hoy obsoletas cacerías. Las familias las conservan como trofeos enigmáticos y les otorgan un valor sentimental plagado de leyendas en el que se rescata el día en que el abuelo mató a la curiosa alimaña.
Por suerte el paquete también contiene, junto al título de propiedad, un pequeño folleto donde habla del nombre que le han dado, así como todos esos datos etnológicos y folklóricos que lo caracterizan. El cazador fue un hombre maduro de Irkustk, Siberia: Shurik Gusarov. Como es común entre rurales, el animal era un ser casi mítico y adquiría dotes animistas; era algo así como un espía de la naturaleza. Dice que no se andaba por los suelos sino que siempre estaba en las alturas, en el espeso follaje de la taiga. Dada su longitud y color se le consideraba mitad visón, mitad serpiente; norka zmeya (норка змея). Se enroscaba en el tronco de los pinos y si percibía algún movimiento, subía en espiral, perdiéndose rápida y sigilosamente.
En el interior de una pequeña caja hay fragmentos del cráneo y esqueleto. Por sus vertebras me hace pensar que poseía una cola muy larga y seguramente parcialmente prensil. Las costillas son cortas y planas. El cráneo está fragmentado en un rompecabezas; cuando terminé de armarlo constaté que la familiaridad con los mustélidos no era tan cercana como en un principio lo creí. Tenía un hocico agudo y alargado que daba la impresión de pico, salvo por las pequeñas hendiduras donde van los afilados dientecitos; había un par de ellos en la caja. El norka zmeya era insectívoro.
Lo metí de vuelta en su caja y ésta la escondí entre todo lo demás que conforma mi santuario.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Lo más nefasto es estudiar lo que estudias

Ya había escrito antes, en otro medio, que en esto de los estudios me siento subiendo una escalera eléctrica que baja; lo decía en general, por toda mi vida de tareas, exposiciones y proyectos. Desperté analizando mi situación con el estomago mareado, se me subían los nauseabundos meditares con un asco agregado. No pude más que transcribirlos aquí... ya se saben que al escribirlos los hago más tangibles, menos esporádicos, más leyes, más ciertos. 

Ando todo desmotivado y no encuentro consuelo ni de juera ni de dentro. Y me dicen que ella tendría que mejorar la cosa y nomas la meto en mis enredos reflexivos para atormentarme y hacer el caldo menos comestible. Perdón si ando rimador, es que con tanto Martín Fierro, se me pega lo coplero.

Pero vamos al inicio... que no me sale estar brincando tanto.

Saliendo el bachillerato iba encomendado a transformar mis imaginaciones en proyecciones de pantalla; iba a ser guionista, o director, y si ni a eso alcanzaba, camarógrafo. En seguida metí papeles para estudiar audiovisuales, pero mis saberes fueron cortos y no entré a tan elitista medio.

 Siempre se cuenta con estudiar lo mesmo en otro lado y casi casi es lo que hice. Me eché un diplomado de animación digital y me descubrí lento y malo, aburriendome y decepcionandome todo lo malo y lento que era. Adicionalmente, por más analítico de cine que pueda ser, me encontraba años luz de ser un verdadero cinefilo y mas bien entraba en la categoría de aficionado mediocre. Así que se me bajó la fiebre y dejé el asunto por la paz.

Mi amor desde niño por la conducta animal, los procesos evolutivos, y en fin, para no darle tanta vuelta: la vida; me llevaron a entrar a biología. No tardé ni un semestre en darme cuenta que la diferencia entre coleccionar saberes y descubrir esos saberes implicaba atender disciplinas tediosas o poco atractivas. No había mala vibra por allá, lo que sí es que no encontraba mi lugar entre ellos. Y me quemaban las ganas de escribir cosas menos científicas. Mi visión animalista era bien poco rigurosa; es... Lo que tengo es una vena artística, mística, totemista. Pasé un tiempo perdido, sin vocación; pero ya bien fuera de biología. Porque era desgastante cumplir todos los días con el largo trayecto a la escuela sin motivación para continuar ahí; un largo camino para pensar en ello, con la intranquilidad de estar siempre acompañado por algún de la clase. Me di de baja con gusto de saber que hacía lo correcto.

Tiempo después me decidí por Letras hispánicas. Mi perfil humanista cuadraba con la licenciatura. En el CUCSH encontré gente más como yo, lo cual fue una gran ventaja. Hablaban, por así decirlo, mi idioma. Tomé la decisión definitiva porque soy un buen redactor, pese a mi mala ortografía, sé plasmar lo que pienso. Además no me disgustaba leer; de mi familia soy "el lector", el que va en busca de libros y siempre ha de estar consumiéndose los ojos en alguna lectura. Escritor ya era, eso no venía a convertirme. Antes de entrar, o intentar siquiera a entrar a cualquier carrera yo ya escribía. Pero no puedo negar que aprendí mucho en letras del oficio. Me pulí leyendo tanto literatura como teoría. Conociendo lo que se tenía por grande y el porqué. 

Ha sido duro seguir. No tengo vocación de letrado. Para equilibrar la balanza con el viejo amor por lo animal, me dediqué de a poco a hacer un bestiario en forma (ya antes, de adolescente, había incursionado a describir mi fauna imaginaria). En mi carrera la gente se entusiasma en cosas que para mí no son tan fascinantes, si me lo preguntan, es un poco frustrante no compartir ese entusiasmo. Medio especifíco: ponencias, conferencias, etcétera, sobre x autor, sobre x literatura, sobre x tema de x literatura.

Me ha costado continuar. He salido y vuelto a entrar. Desacelerado el paso. Modificado sistemas personales para adecuarme a lo académico y a veces los resultados son favorables. Mas en la mayoría, me veo atascado en semestres y desertando materias como quien devuelve lo que ha tragado de más, incapaz de masticar tan duro bocado. Soy deficiente. 

Por estos días he rumiado tanto el cerrar este ciclo. Mucho tiene que ver haber caído por casualidad en la página de Diseño artesanal. Me abrió el callejón que tenía por sin salida. Se me antoja para llevar la vida sin presiones y más en contacto con la vena creativa. Es cierto, tenemos ciertas venas que necesitamos nutrir, el secreto está en saber cual es la esencial. Yo tengo la susodicha, pero también tengo la vena critico-analítica, que pronto se me sacia; está mi vena espectadora, observante, que también ocupa variedad para no hartarse. Ésta lleva al asombro, la otra al criterio, mi favorita al consuelo, a la satisfacción. En letras poco o nada tengo de esta. Tengo que leer y leer, día tras día, y al final sacar conclusiones de lo que leo, profundizar, hacer conexiones...

Resulta que me harté; de moverme tan lento y trabajosamente por este fango de tareas y trabajos que piden un montón de lectura y de análisis. Me cansé de fracasar tanto en una que otra materia cada maldito semestre. Porque el tiempo que dan es muy poco para tanto que requieren. Aunque por otro lado, tantos años invertidos, para salir sin título, ni siquiera un reconocimiento al endemoniado esfuerzo. Únicamente el mantra "ninguna experiencia va en balde", ninguna experiencia va en balde... no sonríes; das un suspiro y continúas escribiendo.  

La idea era terminar y conseguir cualquier empleo aburrido de escritorio donde hacer lo que mejor sé hacer; redactar y leer. Sin embargo, poniendo las opciones sobre el tablero uno encuentra nefasto el porvenir. Porque, que sea bueno en eso no quiere decir que lo prefiera a todo lo demás; y si ahora consume todo mi tiempo y pensamiento y ánimo, no quiero que en el futuro el desgaste sea el mismo... o peor, pues tenga que cumplir profesionalmente con mi deber. 

De todos modos, he de probarme en la cuestión artesanal. Por lo que aún sigo en la carrera, desbaratado, en vías de terminar trabajos atrasados en las pocas materias sobrevivientes del semestre.