miércoles, 13 de agosto de 2014

Reflexión inexacta para suicida anónimo

¿Quién, salvo por diminutas palmadillas egolátricas de vez en vez, no ve en su yo pasado una especie de yo raquítico e idiota? Hermano suicida, que sólo me importas para amasijarme los sesos, como tú, en mi mente no dejaba de circular, como elefante de circo en la circunferencia de su pista, la misma idea para apaciguar el infierno. Es también una alegría sádica de venganza contra tus demonios exteriorizados en gente de toda clase de ralea. Presta atención a esa vocecilla irreconocible que dice; "ahora si tendré toda su atención, pero será bastante tarde para ella de quererme", "sentirán mi sufrimiento cuando me vaya, o por lo menos tratarán de entenderlo", "sabrá que fue su culpa, que esto es lo que cosecha y se dolerá". Te deleita. Eres un terrorista que exige atención, comprensión y cariño, porque igual a todo el mundo, lo mereces (aunque lo más probable es que tu autodesprecio te castigue y te digas lo contrario), pero los medios desesperados a los que acudes son una emanación romántica de la existencia, que es lo mismo ver a un niño no conseguir su tamagotchi y morir de tristeza.

No digo que esté mal pensar en uno mismo hasta las nauseas, pero lo más sano es concluir que no vales nada, al igual que todos los demás. Desde un punto de vista meramente biológico (el más importante, según yo), nuestro deber es inconscientemente mejorar la especie. Y como es una cosa instintiva de la cual no debes preocuparte, pues... no te preocupes; porque, racionalmente, a quién le importa hacer humanos más inteligentes, hábiles y fuertes. Oh, sí, a los nazis.

Los otros valores por los que te menosprecias son puras invenciones humanas, y como invenciones, sólo existen en nuestro intelecto, en otras palabras, no existen. Razones para suicidarse hay varias, pero las raíces son más o menos las mismas.

1. Haber hecho un gran mal (cargo de conciencia)
2. La insustancialidad de la rutina
3. El desamor
4. El dinero
5. No llevar una vida genial como quisieras
6. Todo o alguna suma de lo anterior

Hay una cosa que una vez me dijo un gran amigo y se me quedó casi como mantra personal, pero que la verdad no recuerdo de dónde salió a colación. Agárrate los huevos. Algo así como aguantar el sufrimiento valerosamente, aunque sabiendo de antemano que ese sufrimiento proviene de una elección personal, y eso ya sea por necesidad en un presente, o por equivocación en el pasado. Es en parte, ser responsable de tus actos y afrontar las consecuencias. Ya me siento como guía moral lo cual me deprime intensamente.

Agarrandote los güevos puedes sobrellevar las terribles desgracias del destino comenzando por el primer punto de las raíces de todos nuestros males: haber hecho un gran mal o haber cometido un gran error. Así que los aprietas y digieres la horrible y diabólica barbaridad que has hecho (o que tendrás que hacer [!]) y puedes luchar por reparar el daño, o encomendarte a hacer un gran bien, o aprender a sobrellevarlo como el peso inexorable que has de llevar; en términos cristianos, la cruz que te tocó cargar.

La insustancialidad de la rutina es difícil de erradicar, pero con un buen apretón e imaginación puedes entrar y salir de una a otra rutina, porque finalmente uno mismo es el que se mete a esas vueltas que lo aprietan; y si eso también se vuelve insustancial, la verdad es que (como gristémico les digo) hay que afrontar que esto es lo que hay, pero seamos honestos, de vez en cuando suceden cosas no tan tibias y vale la pena andar por ahí en el limbo de la experiencia como alma chafotota, demasiado nada para algo, recolectando esas nimiedades hasta quién sabe cuando... que peor es nada.

Si el amor mal correspondido es tu peste, recuerda que se puede vivir sin eso, y que hay mucha gente actualmente viviendo sin alborotarse exitosamente. Es cuestión de empuñarlos vigorosamente y con paciencia le restaras la importancia necesaria a esa persona tan especial en la que te abandonaste, para enfocarte más en ti (conocerte y aceptarte), después encontrarás a alguien más que se abandonará perdidamente en ti y sabrás más o menos cómo manejarlo, etcétera.

Si es por dinero, ya sabes lo que dicen. Quizá puedas restarle importancia al saber que es otra invención humana para distribuir e intercambiar por bienes fácilmente, y también una trampa mortal del sistema. Si aún no te mata por algo será, y si te está matando, algo habrás de hacer para que deje de hacerlo.

Cualquier otra cosa que desees y no puedas conseguir. Ya dejalo. Sabes tus limites.

Si es una mezcla de todo o de varias partes. Desfragmenta.

Y si ya mejor aflojas el escroto, digo, tiras las bolas, la toalla; por ahí tengo algunas recomendaciones para que lleves tu espectáculo de lo más digno. Busca tú, hermano, en este mismo blog; que no me gusta a mí hurgar mucho en mi pasado.

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